¿Quién, que no conociera las apetencias imperiales del entramado de poder que gobierna los EEUU, hubiera pasado por alto las consecuencias de la reacción del imperio, ofendido por el rechazo, en la Cumbre de las Américas de Mar del Plata, a su propuesta de emblocamiento económico subordinado?
El encadenamiento de hechos posteriores, desalojo del gobierno de Zelaya
en Honduras, desplazamiento de Lugo en Paraguay, destitución de Rousseff en
Brasil, persecuciones mediáticas y judiciales a los demás gobernantes
progresistas de Latinoamérica y descarada protección a los verdaderos corruptos
“amigos”; vienen marcando un “modus operandi” que dista de ser casual.
A continuación, un testigo “sorpresa”, permite, con el vívido relato de su experiencia, dilucidar como se mueven los hilos de la trama urdida, para escarmentar a los “rebeldes”, que osaron desafiar al “poder establecido”.
A continuación, un testigo “sorpresa”, permite, con el vívido relato de su experiencia, dilucidar como se mueven los hilos de la trama urdida, para escarmentar a los “rebeldes”, que osaron desafiar al “poder establecido”.
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24 Ene 2018, POR ANDRE BARROCAL
El proceso del líder del PT sigue el guión de una trama conservadora
escrita en EEUU en 2012, dice un testigo ocular, un político de la República
Dominicana.
A finales de 2012, Manolo Pichardo, político de la República Dominicana,
participó en una siniestra reunión en la suite de un hotel en Atlanta, Estados
Unidos. Algunos ex presidentes latinoamericanos, con tendencias del centro a la
derecha, discutieron cómo barrer a sus adversarios progresistas del mapa. Al
final, decía uno de los presentes, Luis Alberto Lacalle, ex mandatario
uruguayo, “no podemos ganarle a esos comunistas por la vía electoral”.
La presencia de Pichardo allí era extraña,…sólo había ido a Atlanta
gracias a la invitación de un ex presidente amigo, Vinicio Cerezo, de Guatemala. Actual comandante de la Conferencia
Permanente de Partidos Políticos de América Latina (Copppal), Pichardo
pertenece al Partido de la Liberación Dominicana, de izquierda.
El fundador del PLD, Juan Bosch, era amigo del cubano Fidel Castro y
llegó al poder en los años 1960 por otra sigla que creó, el PRD. Siete meses
después, era depuesto (oh, casualidad) por un golpe militar patrocinado por
EEUU y (oh, sorpresa) apoyado después por Brasil, en el primer acto de política
exterior de la dictadura militar instalada en 1964.
Ganador de las últimas cuatro elecciones, el PLD llevó al pequeño país
de 10 millones de personas a la cima del crecimiento económico en las Américas
en 2017, según los poco sospechosos Fondo Monetario Internacional (FMI) y Banco
Mundial.
¿Si hubiera un “Plan Atlanta”, nombre que Pichardo escuchó en aquella
suite de hotel en 2012, el PLD debería preocuparse? “Si debería preocuparse, no
lo sé”, dice.
¿Y en qué consiste ese “plan”,
después de todo? “En desmoralizar a los líderes progresistas a través de los
medios masivos, con acusaciones de corrupción, incluso a sus familiares; con
ataques a su comportamiento privado. Después, convertir los escándalos en
procesos judiciales que terminen con su carrera política”.
La estrategia parece exitosa, a juzgar por el destino de Fernando Lugo
en Paraguay en 2012 y de Rousseff por aquí en 2016, además de las dificultades
de Cristina Kirchner en Argentina, de Rafael Correa en Ecuador y, por supuesto,
de Lula.
El derrocamiento del petista sería la “joya de la corona”, algo que está
cerca de suceder dado su inminente juicio en segunda instancia. En una
entrevista a Carta Capital, Pichardo explica por qué y nos explica más sobre
esta trama conservadora.
-¿El juicio contra el ex presidente Lula es parte del “Plan Atlanta”?
-Claro que sí. Toda la persecución que desencadenaron contra él es parte
de la artimaña que busca descalificarlo para que no regrese a la Presidencia de
Brasil y retome la aplicación de políticas públicas que favorecen a la mayoría.
Esto en razón de que las oligarquías brasileñas y de la región no conciben que
las riquezas generadas sean distribuidas con mayores niveles de justicia.
Es que no se dan cuenta de que en un proceso de distribución democrática
de la renta, el consumo aumenta y ellos tienen más posibilidades de hacer
negocios. Y no se dan cuenta porque están acostumbrados a acumular riqueza
basada en la explotación de las grandes mayorías.
-¿Por qué Lula sería la “joya de la corona” del “Plan”?
-Brasil es la mayor economía de América Latina y se ha convertido en una
de las mayores del mundo. Es el mayor país de la región en tamaño y población.
Esto, obviamente, le dio el peso político que le permitió influenciar al resto
de los países latinoamericanos, algo que, sin duda, aumentó durante la
Presidencia de Lula, quien, al sacar a más de 40 millones de personas de la
pobreza e incorporar a 16millones al mercado de trabajo se ha convertido en una
referencia obligatoria. Esto hace de él, de acuerdo con los intereses de los
sectores conservadores, un ejemplo indeseable.
-¿Qué otros líderes progresistas latinoamericanos sufren los efectos del
“plan”?
-La última víctima ha sido Jorge Glas (vicepresidente de Ecuador recién
condenado por corrupción y alejado del cargo), producto de una variante del
“Plan” que parece haber sido perfeccionada y estilizada en la medida en que las
personas percibieron lo que estaba pasando y han dado respuestas para rechazar
el método inicial.
Dilma fue un ejemplo exitoso de ese plan. El presidente Lugo también, no
sólo por el golpe parlamentario que lo sacó del poder, sino por la decisión del
tribunal que lo descalificó de inscribirse para una nueva candidatura.
Podríamos decir que en el caso del ex vicepresidente (de Uruguay que
renunció en septiembre) Raúl Sendic, la mano del “plan” podría haber estado
allí, tal vez con la intención de desestabilizar al gobierno del Frente Amplio.
No tengo pruebas, pero tantos casos parecen responder a un patrón similar.
-¿Cuáles son las fuerzas políticas detrás del “plan”? ¿Hay económicas
también?
-Las fuerzas políticas que operan en la red de esta conspiración son las
que tradicionalmente sirvieron de apoyo a grupos conservadores vinculados a
fuerzas extranjeras que tienen expresión en gobiernos y multinacionales. Son
fuerzas de nuestra región que operaron como peones de intereses extraños a los
nuestros, a los latinoamericanos.
-¿Crees en la participación de Estados Unidos en la maniobra? ¿Por qué?
-Las oligarquías de América Latina no mueven un dedo sin autorización o
dirección de EEUU. Este país, desde que emergió como potencia, desbancó a las
fuerzas europeas y transformó la región en su jardín. Pero eso estaba cambiando
a medida que partidos progresistas comenzaron a asumir gobiernos y pararon la
política de expropiación que los conquistadores europeos inauguraron después de
1493.
No era aceptable para los estadounidenses tal nivel de independencia
política y económica. Y no lo era, ya que sus negocios obscenos deben responder
a los intereses de los gobiernos de la región y sus pueblos. La revisión de
contratos de empresas de petróleo y minería es un claro ejemplo del giro de los
gobiernos de partidos progresistas a los negocios en la región, entonces EEUU
tuvo que conspirar para volver a la expropiación.
-Usted apuntó algunas variantes del “plan” en su reciente libro La
izquierda democrática en América Latina. ¿Cuales son?
-En algunas artes marciales, se enseña a derrotar al enemigo con sus
propias fuerzas. Creo que una de las variantes del “plan” se basó en esta
técnica. Decidieron asumir el poder con la victoria electoral del progresismo,
recurriendo al reclutamiento de militantes de esas fuerzas. El reciente proceso
electoral en Ecuador parece confirmar esta variante, que ya había sido
expresada en la elección del secretario general de la OEA (Luis Almagro),
llevado al cargo por los gobiernos progresistas, pues había sido ministro
(uruguayo) de las Relaciones Exteriores de Pepe Mujica, y tras asumir su puesto
declaró guerra a las fuerzas progresistas de la región.
Temer, el presidente de facto brasileño, llegó a la vicepresidencia en
un binomio liderado por Dilma y el PT. Él fue cooptado para liderar la
conspiración que sacó a la mandataria del poder. La división puede ser otra de
estas variables. Creo que debemos prestar atención al caso de Argentina y a su
última elección, que el peronismo ha perdido.
-¿Cómo lo explica?
-Participaron dos candidatos del peronismo, Daniel Scioli, que venció en
la primera vuelta con el 36%, y Sergio Massa, que tuvo un 21%, votos
suficientes para el triunfo del peronismo. La división causó la derrota. Me
pregunto si esta fue sólo el producto de las luchas internas del peronismo o si
una mano extraña del “Plan Atlanta” tuvo que ver con eso.
No sé, pero sin parecer paranoico, no excluyo nada. Tal vez deberíamos
esperar los documentos desclasificados de la CIA en unos 50 años para resolver
esta cuestión. Ahora, lo que creo es que debemos prestar atención a una posible
variante del “plan” sobre la base de la división de fuerzas progresistas.
-¿Qué podrían haber hecho en su defensa o como reacción las víctimas del
“plan”? ¿Por qué el “plan” parece victorioso?
-Siento que las fuerzas progresistas están desarticuladas, a pesar de
los esfuerzos de Copppal y del Foro de São Paulo para definir políticas comunes
que nos lleven a enfrentar con éxito los desafíos y amenazas que vivimos y nos
amenazan. Muchas cosas podrían haber sido hechas para enfrentar el “plan” a
partir de las particularidades de cada país.
-¿Qué deben hacer los gobiernos progresistas para no ser víctimas de
este tipo de acción?
-Primero, estar atentos, nunca desprevenidos. En segundo lugar, no
perder el contacto con el pueblo, porque si usted permanece en contacto en el
día a día, a la hora de la amenaza y en la llamada al apoyo popular, hay
respuesta. No hay una fórmula para enfrentar el plan, cada situación determina
la respuesta.
-Usted trató del “Plan Atlanta” en un artículo de periódico en marzo de
2016. ¿Después de eso, hubo alguna consecuencia de su relato?
-Al principio, ninguno, hasta que los hechos llamaron la atención a la
historia. Entonces empecé a sentir interés en lo que sucedió aquel día en
Atlanta. Lo lamentable es que, sabiendo lo que estaba siendo tratado allí desde
el momento en que sucedió, nada fue hecho.
Pienso que se podría haber articulado una estrategia de desmonte del
Plan. Había tiempo. Ahora, sufrimos fuertes golpes para la institucionalidad
democrática en la región. Es una pena. Pero yo confío en que nuestros pueblos
no permanecerán tranquilos ante el desmantelamiento de sus conquistas y la
posible vuelta de la pérdida de nuestra soberanía.
Fuentes: Carta Capital y Resumen Latinoamericano
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