Esta es una saga que, para mí, empezó a ser notoria
a principios de los años ’50, pero que, a medida que fui madurando en razón,
comencé a aprender a enlazar de mucho antes.
Vivíamos en
un barrio típicamente entrañable de esa
Ciudad de Buenos Aires, donde, en un radio de 10 cuadras a la redonda, coincidíamos,
como en un paraíso de integración, inmigrantes de toda procedencia y de toda
laya.
Estaban los
Bergoglio, familia del Papa Francisco; artistas, como Eladia Blázquez y los
Discepolo; artesanos italianos de múltiples ramas (sastres, camiseros,
sombrereros, guanteros, peluquineros, etc.); operarios independientes, como los
Saboya y Barghiella; profesionales, como los Dres Bruno y Monastirsky o el
Abogado Diaz; empresarios, como los jugueteros judíos o el transportista Piva;
militares, como el mayor Guastavino; comerciantes, como los merceros árabes y
para completar esta constelación multiétnica, el telúrico conventillo 1015, donde convivían sana y
trabajosamente, más de 70 familias de todas las provincias, ¡hasta peruanos!
Así como las
procedencias, estaban representadas todas las religiones, la Iglesia de Lujan
Porteño, la Sinagoga, la Mezquita donde hoy oficia Karim Paz, el Ejército de
Salvación, etc.
En fin,
todos interactuando prolija e integradamente, como nos había enseñado y amalgamado la extraordinaria e
irrepetible Escuela Pública Argentina, con su gloriosa tradición de acogimiento
e igualación social.
Todo este collage
desordenado y emotivo (emotivamente
desordenado), quiere ser la introducción, para, entre tantas personas
importantes y valiosas, poder destacar una; la inefable FANNY, la farmacéutica judía,
la que recaló en el barrio, antes de mi nacimiento, escapando a la tradicional
inestabilidad sufrida por la terrible persecución, endémica en la balcanizada
Europa Central de esos años; la que encontró refugio y afecto, la que lo pagó haciéndose imprescindible en su barrio; la que estaba disponible,
superando la dificultad de su tranco irregular, en todo momento; cuando
necesitaras un remedio, un preparado, un análisis, una vacuna, una aplicación,
resumiendo: entregando sencillamente SU HUMANIDAD.
¿Qué cómo
sigue la historia? Bueno, no tan
brillante, los artistas se fueron para el centro,
o el exilio, como Discepolín; los
artesanos progresaron y sus hijos fueron abandonando la tradición, haciéndose
profesionales y comerciantes; Bergoglio se fue para San Miguel, luego la Catedral
y finalmente Roma; el barrio siguió recibiendo inmigrantes, pero no fue igual,
la sociedad, los propios hijos de los viejos inmigrantes, se desentendieron de
sus orígenes; fueron abandonando su obligación de continuar la brillante tradición
de acogimiento e integración de sus mayores, se volvieron más insensibles, más
cerrados. En busca simplemente del éxito individual, algunas, las más de las
veces, a costa del prójimo, a
diferencia del con el prójimo, de sus
mayores.
Final y
lamentablemente, llegamos donde no quisiera llegar, a NICO, ¿Por y para qué, a
NICO?
Porque NICO
es un frio e inhumano economista de la escuela neoliberal.
Porque NICO
propugna volver a la aplicación de los postulados económicos ya trágicamente
fracasados con Martínez De Hoz y Cavallo, que tanto daño hicieron al país y que
provocaron la desaparición de la sociedad igualitaria de integración que acogió
a FANNY.
Porque NICO
fue convocado por el presidente Macri para ejecutar el endurecimiento del
ajuste neoliberal que caracteriza su ya nefasto mandato.
Porque NICO terminará
llorando lágrimas de cocodrilo, como
lo hizo Cavallo ante la evidencia de los daños que causara su política.
Porque NICO traicionará
todo lo que representa la memoria de FANNY.
Porque no
quiero ser como NICO, deseo reivindicar la memoria de esa sociedad y de la que,
la entrañable farmacéutica FANNY, represento por y para ella.
<< STE
SHICO MI HACE RIIR >>
decía FANNY,
con su particular acento;
lamentable y
trágicamente, a nuestra sociedad
<<
ESTE CHICO NO LA HARÁ REIR >>
Porque NICO
es Nicolás Dujovne y FANNY fue su abuela.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario