El último texto leído por Enrique Santos Discepolo, el 10 de
noviembre de 1951, un día antes de las elecciones que concluyeron con el
triunfo arrollador de Perón, es como casi toda su producción literaria,
genialmente atemporal, de eternidad clásica. Tal es así, que con solo cambiar
Peron y Evita, por Kirchner y Cristina; más el aditamento de equiparar los
procesos de saqueo neoliberal y represión del 2001 a década infame y semana
trágica, todo encuadra ‘a la perfección’ con la historia reciente. Veamos…
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"Mordisquito ¿A mí me la vas a contar?
Bueno, mirá, lo digo de una vez. Yo no lo inventé a Perón.
Te lo digo de una vez, así termino con esta pulseada de buena voluntad que
estoy llevando a cabo en un afán mío de liberarte un poco de tanto macaneo. La
verdad: yo no lo inventé a Perón, ni a Eva Perón, la milagrosa. Ellos nacieron
como una reacción a los malos gobiernos. Yo no lo inventé a Perón ni a Eva
Perón ni a su doctrina. Los trajo, en su defensa, un pueblo a quien vos y los
tuyos habían enterrado de un largo camino de miseria.
Nacieron de vos, por vos y para vos. Esa es la verdad.
Porque yo no lo inventé a Perón, ni a Eva Perón. Los trajo esta lucha salvaje
de gobernar creando miseria, los trajo la ausencia total de leyes sociales que
estuvieran en consonancia con la época. Los trajo tu tremendo desprecio por las
clases pobres a las que masacraste, desde Santa Cruz hasta lo de Vasena, (se
refiere a la Patagonia Rebelde y a la Semana Trágica) porque pedían un mínimo
respeto a su dignidad de hombres y un salario que les permitiera salvar a los
suyos del hambre. Sí, el hambre y de la terrible promiscuidad de sus viviendas
en las que tenían que hacinar lo mismo sus ansias que su asco.
No. Yo no lo inventé a Perón ni a Eva Perón. ¡Vos los
creaste! Con tu intolerancia. Con tu crueldad. Con la misma crueldad aquella
del candidato a presidente que mataba peones en su ingenio porque le pisaban un
poco fuerte las piedritas del camino a la hora de la siesta (se refiere a
Robustiano Patrón Costas, cuya postulación en la fórmula con Ramón Castillo se
malogró con el golpe del 4 de junio de 1943).
Sí, yo sé que te fastidia que te lo recuerde. Es claro, pero
vamos a terminarla de una vez. Porque yo no lo inventé a Perón ni a Eva Perón.
Los trajo la injusticia que presidía el país. Porque a fuerza de hacer un
estilo de tanto desmán, terminó por parecerte correcto lo más infame. Claro, a
vos no te alcanzaba esa injusticia. Tendrías, como un señor que yo conocía y
que iba todos los meses a cobrarlo, un puesto de ama de cría para cubrir sus
gastos, que se lo pagaban oficialmente, y un sueldo para salir con el clan.
Yo me acuerdo del clan. Y vos también. Aquella mafia
siniestra que salía sólo para aterrorizar gente y mataba una vez a gomazos,
otra vez a tiros y a veces con el camión para hacerlo más divertido. No, si la
memoria fastidia. Pero yo no lo inventé a Perón ni a Eva Perón. Los trajo la
injusticia que manejaba el país. Mirá, si vos hubieras estado en la Semana
Trágica como yo y como tantos, en Cochabamba y Barcala, y hubieras visto morir
primero a aquellos cinco, luego a cientos, y hubieras visto masacrar judíos por
una gloriosa institución que nos llenó de vergüenza, no hubieras formado nunca
más parte de ese partido que integrás por amor propio y quizá por ignorancia de
tantos hechos delictuosos que son los que empezaron a preparar la llegada de
Perón y Eva Perón.
En un país milagroso de rico, arriba y abajo del suelo, la
gente muerta de hambre. Los maestros sirviendo de burla en lugar de hacer
llorar porque estaban sin cobrar un año entero. ¡No! ¡Y todo vendido! ¡Y todo
entregado! Yo sé que te da rabia que te lo repitan tantas veces, pero es que
entristece también pensar que no lo querés oír. El otro día, en un discurso oí
que decías refiriéndote a un gobierno de 1918: Ya por ese entonces los obreros
gozaban.... ¿De qué gozaban? ¡Los gozaban!, que no es lo mismo. Y, sí,
Mordisquito, ¡los gozaban!
La nuestra es una historia de civismo llena de desilusiones.
Cualquiera fuese el color político que nos gobernó, siempre la vimos negra.
Aspiramos a gozar y al final nos gozaron. ¡Todos! ¡Siempre! Una curiosa
adoración, la que vos sentís por los pajarones, hizo que el país retrocediese
cien años. Porque vos tenés la mística de los pajarones y practicás su culto
como una religión. Cuanto más pajarón él, más torpe y más crédulo vos. Te gusta
oír hablar a la gente que no le entendés nada; la que te habla claro te parece
vulgar.
Yo también entré como vos y, ¿por qué no confesarlo?, me
sentía más conmovido frente a un pajarón que frente a un hombre de talento. El
pajarón tiene presencia, tiene historia larga, la que casi siempre empieza con
un tatarabuelo que era pirata. Yo también me sentía dominado por los pajarones
cuando era chico. Ahora, ¡no! Cuando era chico, sí. ¡Pero no ahora,
Mordisquito! Salvate de los pajarones. El fracaso - por no decir la infamia -
de los pajarones fue lo que trajo como una defensa a Perón y Eva Perón. Pero no
fui yo quien los inventó.
A Perón lo trajo el fraude, la injusticia y el dolor de un
pueblo que se ahogaba de harina blanca y una vez tuvo que inventar un ‘pan
radical’ de harina negra para no morirse de hambre. Tampoco te lo acordabas.
¡Ay, Mordisquito, qué desmemoriado te vuelve el amor propio!.
Te dejo. Con tu conciencia. ¡Perón es tuyo! ¡Vos lo
trajiste! ¡Y a Eva Perón también! Por tu inconducta. A mí lo único que me resta
es agradecerte el bien enorme que sin querer le hiciste al país. Gracias te doy
por él y por ella, por la patria que los esperaba para iniciar su verdadera
marcha hacia el porvenir que se merece.
¡A mí ya no me la podés contar, Mordisquito! Hasta otra vez,
sí. Hasta otra vez".
¡NESTOR ES TUYO! ¡VOS LO TRAJISTE! ¡Y A CRISTINA TAMBIEN!
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