29 de
marzo de 2014 Aproximadamente18Hrs
Transcripción
del relato del ciudadano Diego Grillo Trubba (42 años) por medio de Twitter
Charcas y
Coronel Díaz. Ahora. La gente casi lincha a un carterista.
Fue todo
muy angustiante, horroroso. Denme un rato y se los cuento
A ver. Lo
voy a contar ahora. Entero. No voy a dialogar hasta no terminar de contarlo,
espero sepan disculpar.
Ocurrió en
Charcas entre Coronel Díaz y Billinghurst. Yo acababa de bajarme del coche de
mi jefa, que me había acercado a casa.
Cuando
quiero cruzar Billinghurst hacia Coronel Díaz, veo un tumulto. Estaba empezando
justo ahí.
Al
principio, de lejos, lo que se veía, era eso, un tumulto de gente. Personas que
de repente entraban corriendo hacia un edificio.
De repente
salían para unirse al tumulto. Me termino de acercar y empiezo a ver lo
dantesco.
Era un
edificio ladrillo a la vista, con la puerta de ingreso metida hacia adentro,
había unos 15 m cuadrados de espacio.
Ahí, un
tipo grandote con uniforme de portero estaba arriba de un pibe de unos 16/17
años, inmovilizándolo.
De
repente, una de las personas del tumulto se acerca corriendo y le mete una
patada en la cara al pibe.
Los otros
que entraban y salían debían haber hecho lo mismo, porque el pibe ya estaba con
la cara medio deformada.
Para que
se entienda: de la boca le salía un río de sangre que primero formaba un charco
en las baldosas y luego un reguero hacia la calle.
Cada vez
que el pibe daba signos de que recuperaba la consciencia, alguien salía de la
multitud y le pateaba la cara.
En el
medio de todo esto, el portero (supongo) teniéndolo fijo contra el piso.
Medio
porque me asqueaba la cara del pibe, miré hacia la gente. Estaban todos
sacadísimos.
Yo estaba
petrificado, con la bolsa que compré esta mañana para el casorio de mi hermana
la semana próxima.
Realmente,
no sabía qué hacer. Paralizado. No podía moverme. Parado, solo giraba la
cabeza.
En el
medio, obvio, seguían pateando al pibe. Algunos en la cara, otros en las
piernas.
El resto
del cuerpo se lo protegía (no sé si sin querer) el portero que tenía encima,
inmovilizándolo.
Una mina
de unos 55/60 años se acercó corriendo y empezó a gritar "¡lo van a matar!
¡paren que lo van a matar!".
La mina
reaccionó, yo no.
Era como
ver animales. En los gestos no había restos humanos. Uno de los que lo pateaba
hasta tenía un hilo de baba colgando de la boca.
De repente
uno de los que pateaba se apartó para tomar aire. Se sentó en el cordón de la
vereda. Tenía unos 30/35 años.
Me le
acerco y le apoyo la mano en la espalda. "Ya está, flaco, basta, ya
está."
El pibe
alza la cabeza. Tenía los ojos llenos de lágrimas. Me dice "le afanó la
cartera a mi mujer, el hijo de puta".
No sé, la
frase me impactó y desvié la mirada hacia Coronel Díaz (estábamos a mitad de
cuadra). Ahí vi lo que no me olvido más.
Sobre el
pavimento, cerca del cordón de la vereda, dos zapatillas. Sueltas. A unos 5
metros de donde pasaba todo.
Miro hacia
el edificio. El pibe estaba descalzo. Se ve que corría, le metieron una patada
y el impacto al volar le sacó las zapatillas.
El flaco
sentado en el cordón, el que le habían afanado la cartera a la mujer, se
empieza a agarrar la cabeza y a llorar.
El que le
había pegado al pibe. "Basta", decía, "basta de todo esto".
No sé si
estaba horrorizado del robo, de la golpiza o de todo. Pero lloraba y decía
"basta".
En el
medio se acercaba más gente. La gran mayoría gritaba "mátenlo". La
amplísima mayoría. "Mátenlo así no jode más".
La cosa ya
se había ido a la recontra mierda. Dos viejas pedían calma.
Un pibe,
veintipico, barba larga, rapado, planteaba que era de cagones pegarle al pibe
entre todos. "Peguémosle de a uno, nos turnamos."
Otro
asentía y decía "tiene razón, peguémosle de a uno, es más justo".
A la mina
que pedía que no lo maten le empiezan a gritar "¡usted debe ser la madre y
lo quiere proteger, hija de puta!".
Ahí empecé
a llamar a la cana. 911. Imposible.
Me entré a
angustiar mal. La sensación era que si la cana no llegaba al pibe lo mataban.
25
minutos, tardó en llegar la policía.
En el
medio, la gran mayoría que seguía gritando que había que matar al pibe.
No puedo
explicar cómo, no lo sé, no sé por qué, pero en un momento las patadas se
empezaron a espaciar hasta que terminaron.
Me acuerdo
de un tipo que los frenó. Gordo, barba, pelirrojo, medio pelado, por los 50.
Su explicación
para frenarlos era absurda, pero efectiva.
"No
lo maten, no vale la pena. Si por mí fuera le vacío una 9mm en la cabeza. Pero
ya está, no vale la pena."
Una vieja
me mira y me dice "esto es el hastío, estamos hartos, nos vamos a matar
entre todos en cualquier momento."
Yo no
podía hablar. Creo que le asentí.
Cuando
llegó la cana, los que más habían fajado al pibe empezaron a rajarse a la
mierda. Fueron los primeros.
Uno la
mira a la vieja que más había pedido que frenen y le dice en voz baja (al lado
mío) "a vos también te doy, hija de puta".
Nada, la
cana medio que calmó la cosa. La gente se desperdigó. A mí me temblaban las
piernas.
Estoy
seguro de que cualquiera de los que patearon al pibe, en otra situación, uno
les habla y parecen gente, buena gente.
A ver si
se entiende: eran tipos normales, como ustedes o como yo. Y estaban dispuestos
a matarlo.
Mi
reacción fue miserable. Ni estuve entre los salvajes ni entre los contenedores.
Me paralicé.
Mientras
tipeo esto sigo transpirando frío.
Las
preguntas son diez millones. Me recorren la cabeza.
¿Hasta
dónde llegamos? ¿Cuándo esta sociedad se hizo así? Tengo casi 43 años, y NUNCA
fuimos así. Nunca. Nunca vi esto.
¿Qué es lo
que nos transformó en esto? ¿Cuánto influye que Massa diga que el Código
liberará a los chorros?
Disculpen
que me trabe o no sea coherente, pero estoy llorando.
Al pibe se
lo llevó la cana. Ni sé si quedaba alguien para denunciarlo. Creo que no.
Insisto,
¿cuándo, qué, cómo nos transformamos en esto?
¿Qué es lo
que nos hace sentir tan huérfanos de Estado que empezamos a actuar como el
Estado?
¿Para qué
mierda vivimos como sociedad? ¿Para esto? Como decían alguien: "Paren,
entonces yo me quiero bajar."
Tampoco
defiendo al pibe, que debe ser un jodido. Digo: es como que se enfrentan
monstruosidades.
Alguien me
dice por privado (luego los respondo) que parece un relato de Stephen King. Sí,
es el horror.
Como decía
Marlon Brando en Apocalipsis Now: "El horror, el horror."
Esto pasó,
también, porque todo indica que la cana liberó la zona hace unos meses.
Son una
sumatoria de locuras, una sumatoria de horrores. No sé cuál fue el primero,
pero sé que no quiero pasar por esto nunca más.
¿Quién
pone el pie en el freno? ¿Nadie se aviva de que estamos fuera de control?
Nada, eso.
Disculpen si fui desordenado. Quería contarlo ahora, ver si así me lo sacaba de
adentro.
Les mando
un abrazo, me voy a tirar en la cama a ver si se me pasa la angustia y el dolor
de cabeza.
Solo
agrego una cosa: no quiero, me niego a que nos acostumbremos a esto.
Hasta aquí
el relato.
¿Que para
que me hago eco de esto?
Simplemente,
o complejamente, porque me trae reminiscencias de otras épocas y situaciones.
El autor
del relato era un niño de poquísimos años, pero yo era un joven estudiante
universitario, mientras la sociedad se enfrentaba al avecinamiento de la mayor
tragedia de nuestra historia; la sanguinaria dictadura cívico-militar.
Quizá el
reflejo de esa experiencia, por mi vivida, de la que nuestro amigo no tiene
memoria por sus escasos años, nos ayude a interpretar el comportamiento
colectivo a todas luces impropio, ante ciertas situaciones paradigmáticas.
Finales
del gobierno de Isabel, los medios concentrados del momento instilando
insidiosamente su veneno a la sociedad inerme. Operaciones de prensa cruzadas, declamaciones
de todas las tendencias en pugna, interesadísimas en influir a favor de sus
casi siempre malsanos objetivos.
Aun
teniendo en cuenta la infinita menor gravedad del momento actual, ¿no le suena
vagamente conocida la descripción?
¿Cuál fue
el efecto miserablemente buscado y obtenido en aquella oportunidad?
El mismo
que ahora, aquella vez “exitoso” en término de los objetivos malsanos buscados
por sus propaladores y que fervientemente auguro fracase en esta “remake”.
El anestesiamiento del instinto de
supervivencia del cuerpo social, que llevo a reacciones a todas luces
desnaturalizadas, que se expresaron en la sucesión histérica de las frases
escatológicas del sinsentido: “No se puede más”, “La situación está desbordada”,
“Nadie hace nada”, “Que alguien ponga orden”, “Hay que actuar con mano dura”, “Algo
habrán hecho”, ”El silencio es salud”, “Somos derechos y humanos”; para
terminar excusándose finalmente de todo
lo implícitamente consentido por medio de esas expresiones, con la culminante,
falaz, infantil y asquerosamente autoindulgente
“YO NO SABIA QUE ACTUABAN DE ESA MANERA”.
Debemos
tener un comportamiento social adulto y responsable que nos ponga en resguardo
de repetir errores y horrores pasados, de otro modo se pondría de manifiesto
que nuestra inmadurez nos hizo acuñar en balde la expresión colectiva de rechazo
a la barbarie que significa el “NUNCA
MAS”.
Para
finalizar les dejo una frase que significaría nuestra comprensión y deseo que
los derechos y obligaciones de todos nosotros se mantengan permanentemente en una alta consideración.
<<El
que atrapa a un caníbal y se lo come, es peor que el caníbal>>
“NUNCA
MENOS”
No hay comentarios:
Publicar un comentario