El poder y la derecha facciosa

Hay una frase que define brutalmente que entiende por "poder" la derecha facciosa argentina.

Esta frase que los define fue "inocentemente" pronunciada por Yabrán durante las vicisitudes del "caso Cabezas" y decía en referencia a su deseo de permanecer anónimo:

"El poder para mi es impunidad"

Esta sencilla frase desnuda la concepción de poder de esa derecha y explica por que sistemáticamente pretende destituir a los gobiernos legítimos aun a pesar que les vaya muy bien económicamente con ellos.

Lo principal para ellos no es simplemente el rédito económico, su designio final es el "poder de la impunidad" para ejercerlo sojuzgando a la sociedad toda, haciendo y deshaciendo a su antojo, aunque la economía general paradójicamente quede destruida. Recordemos en este sentido el accionar paradigmático de Martínez de Hoz y Cavallo.

En otras palabras y tomando como ejemplo un hecho mas actual y no menos paradigmático como es el accionar destituyente de la patronal agraria mencionada como "mesa de enlace", que no acepta ser un "actor mas" de la sociedad argentina y actúa anacrónicamente para conservar el lugar de "actor único" que le fue pretendidamente asignado por esa derecha facciosa.

Siempre la misma idea, hacer y deshacer sin condicionamientos bajo la premisa "Poder es impunidad"

Pero, detengámonos en un punto. Para poder accionar de esta forma no tienen "el poder necesario". Si son "anónimos, anacrónicos y minoritarios", ¿qué les da el nivel de poder necesario en cada coyuntura?

La respuesta es simple, el nefasto "Medio Pelo" se complace, a través de sus distintas vertientes, en aportar en modo esquizofrénico la masa crítica necesaria para el accionar "a piacere" de esa derecha anacrónica que termina por ser su verdugo.

Ejemplos sobran, pero remitámonos al ya mencionado "mesa de enlace"; en este caso el "medio pelo" que se prestó mansamente para su manoseo, fue el conjunto de pequeños y medianos productores nucleados en la "federación agraria", entidad que dice representarlos y terminó por entregarlos como "juguete de manipulación" a la voracidad de las "aristocráticas" "sociedad rural" y "confederaciones rurales", situación de la que objetivamente salieron perjudicados.

"Sarna, con gusto, no pica"