domingo, 20 de abril de 2014

LA INOCENTE FASCINACIÓN POR “TITANES EN EL RING”


No casualmente, en los últimos tiempos comenzó a rondar mi cabeza una reminiscencia de mis años niños; sentí después de tanto tiempo la omnipresencia de “Titanes en el Ring”. Alguno dirá livianamente que es una regresión infantil, nada mas ajeno; es un ejercicio de racionalidad, justo y necesario, asumido como autodefensa, para no caer en el embrutecimiento, el mismo que ha alcanzado de manera grave, quizá no irreversible, a la masa acrítica que deglute con fruición la “propuesta chatarra” servida en bandeja por el “periodismo” que “informa” y “editorializa” por “cuenta y orden” de las empresas concentradas de la “comunicación”.

Antes de contar, a todos, a que viene este párrafo, me permitiré describir a los jóvenes, que cosa era “Titanes en el Ring”, para que estén en igualdad de condiciones con quienes vivimos ya alrededor de seis décadas y lo tenemos en claro.

Con ese nombre, a partir de 1962, se difundía con éxito arrasador, un programa televisivo de lucha libre, pergeñado a imagen y semejanza de los decadentes espectáculos itinerantes estadounidenses de ‘westlring’ bajo la modalidad denominada ‘Catch as catch can’ que se promocionaba y pretendía ser, la trasmisión de un improbable “campeonato mundial de catch”; encabezado a perpetuidad por un inefable personaje, Martín Karadagián, que se presentaba como el incomprobable “campeón del mundo” de la especialidad, título obtenido en un imprecisado certamen ecuménico.

Sus “épicos” combates, desarrollados contra oponentes representativos de “tribus” de todos los estereotipos “culturalmente establecidos”, eran  guionados  y escenificados de tal manera, que mantenían la tensión de sus espectadores mediante el remanido y repetitivo recurso de un desarrollo desfavorable hasta el paroxismo, seguido de un abrupto e imprevisto desenlace exitoso, que hacía justicia a nuestro “héroe”.

El éxito del programa era tal que durante la semana jugábamos con nuestros compañeros de aula a “reproducir” los combates de la pasada transmisión, mientras esperábamos ansiosamente que llegase el viernes, día de su propalación, para retirarnos prestamente del colegio, prometiéndonos la fiel observación de la futura emisión.

Demás está aclarar, que creíamos ciegamente en la veracidad de todo lo que mostraba el programa, como así también en la limpieza e impredictibilidad del  desarrollo de los combates; refutando airadamente cualquier vano intento, de algún “iluminado”, por hacernos ver la realidad, esto es, que el supuesto “campeonato” era un ‘show’ y  los “combates” una escenificación coreografiada, con desarrollo  y desenlace preestablecidos en un libreto. Nada de esto hacia que dejáramos de ver “nuestro” programa.

Habiendo dejado, creo, suficientemente explicado, para los más jóvenes, en qué consistía el programa y nuestra ciega y acrítica fidelidad al mismo;  esperando que los más viejos, hayan aprovechado la descripción evocativa, para recordar. Quiero ahora hacer partícipes a todos, jóvenes y viejos, de la similitud de aquel proceder, achacable a la inmadurez  de nuestros pocos años, con cierto comportamiento de nuestra sociedad actual, a la que ya no se podrá justificar de la misma forma, puesto que, en este caso, su “credulidad” deberá ser atribuida a ‘zoncera’ y/o ‘tilinguería’.

¿Qué es sino, el comportamiento que presentan estos “credulones” ante la evidencia incontrastable de noticias falsas, operativos armados y shows periodísticos? Demostrémoslo con un puñado de casos concretos:

Noticia: “Boudou entro a Uruguay por Carmelo con varios bolsos sin pasar por migraciones”

Realidad: Durante ese tiempo Boudou presidía en el Congreso una ceremonia de imposición de honores a Lula Da Silva.

Noticia: “Cristina convocó de emergencia a sus colaboradores durante la noche en Olivos”

Realidad: La Sra. Presidente se encontraba descansando en Calafate durante la noche en que decían que se reunía en Olivos.

Operativo: Entrevistamos a dos ‘sicarios’ que describen sus crímenes.

Realidad: Los “crímenes” contados (asesinatos) no coinciden con ninguna actuación judicial (no existen) y los supuestos sicarios se “entretienen” en desacreditar el “nuevo” (que no existe) Código Penal.

Show: Estamos entrevistando ‘en vivo’ a dos “motochorros” que nos cuentan como desarrollan sus actos delictivos.

Realidad: La policía se constituye en el estudio televisivo y detiene a los supuestos delincuentes, comprobando por declaración de la producción del programa y de los involucrados, que son dos “extras” contratados por 300$ cada uno, para “recitar” un libreto.

¿Cómo reaccionan los “credulones” ante estas evidencias a todas luces  incontrastables? ¡Igual que como reaccionábamos nosotros durante nuestra niñez! Creen en el relato a todas luces guionado y se refutan cerrilmente de atender a la concreta realidad.

Como ya dijimos, nuestra disculpa era la inocencia infantil, a cuyo remedio acudió la naturaleza con el auxilio de la madurez. En cambio la reparación para la “zoncera” y la “tilinguería” no es tan natural, exige el esfuerzo del sacrificio personal para mejorar, acompañado del sano orgullo que se imponga cada quien, para autoexigirse no ser un infeliz “tarambana”, fácil juguete de la manipulación de cualquier “operador” malintencionado.

Para finalizar quiero dejarles para su reflexión, la idea-frase que despertó el pensamiento que intenté transmitirles con este artículo.

“El periodismo de medios concentrados  se volvió como el ‘Catch as Catch Can’. ¡Todos saben que está ‘arreglado’ pero igual lo miran!”

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