domingo, 12 de agosto de 2012

EL SINDROME DEL "ABANDONADOR DE PERROS"

Rindiendo tributo a mi "obsesión compulsiva" por explicarme los comportamientos de mis semejantes, me encontré ante el dilema de definir '¿que es lo que lleva a un sector de nuestra sociedad a elegir candidatos políticos que en el ejercicio de su mandato nos perjudican?'; entendiendo por ellos a toda esa fauna que no hace honor a sus promesas electorales y que luego de un tiempo sus mismos votantes se desentienden de su responsabilidad con la consabida y falsa muletilla "¡yo no lo voté!".

Pues bien, la mas sencilla y pedestre explicación que hallé a mano para explicar ese comportamiento fue el "Síndrome del abandonador de perros" que pasaré a describirles: Todos conocemos a ese particular componente social irresponsable que hace gala de su inmadurez e incapacidad afectiva y que se manifiesta a través del "enamoramiento fácil" que ejercita ante el primer simpático cachorrillo que lo "compra" con sus mohines.

La conducta patológica, de ese ser inmaduro, comienza ha hacerse evidente en tanto el cachorro va creciendo y comienza su dueño a quejarse de lo que para las personas normales es propio de la naturaleza y la biología, esto es que juega con el calzado, rompe calcetines, se revuelca, salta, etc. Esta situación llega a su climax cuando el animal ya es un adulto, crece hasta su tamaño definitivo y su frívolo dueño se convence que es insoportable que el perro coma y defeque, beba y orine, cambie el pelaje y este se deposite en la alfombra, tenga flatulencias y desprenda olor característico si no es aseado adecuadamente.

Llegado a este punto la irresponsabilidad de este espécimen social llega a la decisión que pinta por completo su disfuncionalidad de conducta convivencial, echándonos encima la carga de su incapacidad de previsión al abandonar el perro en la calle; para que afrontemos como sociedad su incompetencia civil individual.

E aquí la similitud de proceder, con aquel ciudadano que no es capaz de analizar a priori las potenciales conductas de los candidatos y que con posterioridad  a  emitir su voto, nos hace cargo de su desacierto en la evaluación de las políticas que estos llevarían a cabo y que debieron ser previsibles para él, si hubiera ejercido responsablemente su condición ciudadana.

Conclusión: Los que vuelcan en la sociedad la carga de su fracaso al imponernos como funcionarios "animales" de los que no supieron prever su evolución futura, como en los casos de Menem, De La Rúa, Macri, etc. y se desentienden de las consecuencias de sus decisiones; Actúan socialmente como los numerosos e irresponsables "abandonadores de perros".